Diversidad e irregularidad son dos términos que parecen confundirse, en la actualidad, con demasiada frecuencia. Así, no es extraño encontrar en nuestro medio (tan de importación) artistas jóvenes que, con el loable propósito de pintar de acuerdo con la época en la que actúan, pasan por todas (o casi todas) las tendencias que conmovieron a la meca pictórica del siglo XX: París. Esto no nos parece equivocado. Por el contrario, lo vemos como algo necesario, imprescindible. Se deben, sí, comparar intenciones, probar estilos. Pero no en la forma –valga el ejemplo– en que lo ha hecho Hugo Mercader. Porque si bien se busca en cada obra, a cada paso, lo hace en forma apresurada, rápida y, por ende, poco constructiva.
Así, vemos que de un naturalismo evidenciado en paisajes efectistas (algunos no...
Artículo para suscriptores
Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social
Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.
¿Ya sos suscriptor? Logueate