A la mitad de este libro, en el inicio de un ensayo sobre Alejandra Pizarnik que titula “Las dos lapiceras”, escribe, con maestría, Nora Avaro: “El 20 de setiembre de 1918 Katherine Mansfield escribe en su diario: ‘Espero que esta lapicera funcione. Sí’. La frase es despampanante, la vedette de las frases de un diario. ¿En qué exacto momento Mansfield comprueba que la lapicera funciona? ¿Trazando ya qué letra? ¿Cuándo? Antes, mucho antes, una galaxia antes de terminar su frase, de tal modo que la constatación le impone a su escritura el injusto designio del puro presente, lo amplía hasta el paroxismo pero para ponderar su instantaneidad. (…) una diarista de lucidez tan radical como Mansfield no puede dejar de escribir su sospecha de que la lapicera funcione con una lapicera que sí funciona...
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