Con Washington Carrasco
Washington y Cristina me recibieron en su casa, mitad residencia, mitad caverna encantada, a medio camino entre el Cordón y el Parque Rodó. Un lugar repleto de libros, discos, preciosas pinturas autoría del propio Washington, guitarras, equipo de grabación profesional y de sala de ensayo, que sumados a la amabilidad de sus habitantes, convierten al sitio en auténticamente irresistible.
Washington me regaló el libro sobre el dúo, Cristina arrimó un café –y un adorable perrito sospechosamente parecido a un muñeco a pila–, y la charla discurrió por músicos que admiramos, amigos en común, el verde panorama de Galicia y del sur de Italia, hasta que el deber periodístico llamó y nos enfrascamos con Washington en una charla sobre diversos aspectos de su carrera, con espe...
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