Al final de una ceremonia bastante anodina, en la que ninguna de las premiaciones escapó a lo esperable, ocurrió algo que conmocionó a todos. La película surcoreana “Parásitos”, de Bong Joon‑ho, se llevó el premio a mejor película, lo que también escapaba a los pronósticos, más inclinados a que ganaran “1917”, “Guasón” o “Había una vez en Hollywood”.
El logro es no sólo histórico (es la primera vez
que una película de habla no inglesa gana el máximo galardón de la noche), sino
un golpe terrible para la industria hollywoodense, acostumbrada a ser la única
ganadora en un juego de reglas autogeneradas y diseñadas para sí misma. La
ceremonia de los Oscar siempre fue una celebración de la misma industria,
prácticamente cerrada al cine producido en cualquier sitio del mundo que no
fuera Estados...
Artículo para suscriptores
Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social
Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.
¿Ya sos suscriptor? Logueate