“Matador”, el cuarto disco digital del guitarrista y compositor Santiago Bogacz, engarza distintas influencias musicales al obsesivo repicar de un mantra. Eso que suena a ritual, en él, es estilo. —¿Tenés una definición para tu música? —No, y rechazo las etiquetas. Creo que mi música está en determinado lugar y espacio, y navega allí. —¿A qué experimento o sensación, entonces, la afiliarías? —Me cuesta responderte sin caer en lo que me incomoda, las etiquetas. Y cuestiono la palabra “experimental” porque no hay tal cosa, no existe la música experimental. Tampoco puedo decir que lo que hago es jazz, aunque tiene algo; tampoco folclore, aunque tiene algo, y por mucho que lo piense, perdoná, no sé definirla. Lo único que me viene a la cabeza, así, rápido, es un adjetivo: ritualista. Un ritual...
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