El 13 de marzo fue
viernes. Al lunes siguiente no volvió nadie. El sistema educativo, tal como lo
conocíamos, se congeló por esos días, producto de la emergencia sanitaria. Y
casi todo lo que en él era presencial migró a la nube de la virtualidad.
Durante más de un mes, las únicas noticias respecto a la educación estuvieron
vinculadas a cómo los centros deberían organizarse para seguir brindando los
servicios de alimentación, al tiempo que los docentes acomodaban el cuerpo –y
la didáctica– para enseñar a través de las redes (véase “Aprender a nadar en
medio del agua”, en esta cobertura).
“No son vacaciones, es una medida preventiva de
primer orden”, dijo entonces el secretario de presidencia, Álvaro Delgado,
sobre la idea inicial de suspender los cursos durante dos semanas. A tono con
la i...
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