Quizás porque los liberales de todos los partidos insisten en decir que Uruguay tiene que entrar o acercarse al mundo, puede darnos la impresión de que estamos fuera, o por lo menos muy lejos, del mundo. Pero la realidad es que, si sabemos a dónde mirar, los fenómenos que solemos llamar «globales» suceden acá, tanto como en otros lugares. Los dólares que vienen de China a cambio de soja circulan por todo el país, y la propaganda que viene de Washington circula por nuestras pantallas, mientras la viscosidad lingüística y cultural que nos pega a nuestros vecinos geográficos se ve todo el tiempo a simple vista. Y, aunque los fanáticos de la moderación no quieran verlo, las turbulencias de inestabilidad global también se sienten por estas costas. Por eso es posible, aunque estemos a trasmano d...
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