Quince años han pasado desde Canino, increíble ópera prima del director Yorgos Lanthimos, que pasaría a ser una obra de culto instantánea y en la que el cineasta ya demostraba ser uno de los autores más originales y transgresores del siglo XXI. Ya allí explayaba varias de sus obsesiones: la soledad, la alienación, el absurdo de los comportamientos y las normas sociales. También comenzaba a hacer uso de un estilo visual único, de cierta austeridad bressoniana, y una esmerada puesta en escena. Su inclinación por el cine de género llevó a sus sucesivas creaciones (Alps, Langosta, El sacrificio del ciervo sagrado, La favorita) a registros cercanos al terror, a la ciencia ficción, a escenarios distópicos y a experimentos sociológico-antropológicos, en los cuales un grupo de seres humanos se ve ...
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