Intentar comprender se ha vuelto un ejercicio básico en el Brasil de Bolsonaro, pero es cada vez más difícil, ya que supone ir más allá de lo evidente, para bucear en las aguas profundas de una sociabilidad marcada a fuego por la triple herencia de la esclavitud, el colonialismo y la dictadura, que remacharon una desigualdad sin parangón en el mundo.
De la “ciudad maravillosa” quedan apenas el nombre, la geografía de morros y bahías, y poco más. La principal avenida, Presidente Vargas, ancha, encajonada entre enormes y distinguidos edificios, luce desierta el sábado a las 9 de la noche. Desierta y en penumbras. Debajo de los soportales de las grandes construcciones se acomoda una fila interminable de personas para pasar la noche. “Mendigos”, dice alguien en el coche que casi no se detiene ...
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