Es probable que el nombre de Alcira quede siempre íntimamente vinculado al episodio del baño. En 1968 –casi simultáneamente a la masacre de Tlatelolco– se las ingenió para pasar desapercibida escondida en uno de los sanitarios durante la ocupación militar a la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México) por 12 días, durante los que ingirió únicamente agua y trocitos de papel higiénico. Pero la anécdota por sí sola no hubiese trascendido de no haber sido Alcira la portadora de una personalidad atípica, una mujer adelantada a su época que supo trabar amistad y medirse con un sinfín de personalidades clave de la cultura latinoamericana y convertir la poesía en su forma de vida. Las notas graves también sobresalen de inmediato, puntiagudas, de su teclado biográfico: problemas de temperament...
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