“Era un chiquilín alegre. El tipo que estás esperando en la fiesta porque jode, porque toca la guitarra. De amores complicados. La sonrisa
era todo. Fanático de Peñarol, escribía poemas, tenía una banda de rock. Una noche como ésta se quedaba en vela escuchando los fallos de Carnaval”. Ese era Matías para sus padres.
Dos días antes de cumplir los 20 años salió de su casa, cerró la puerta y puso las llaves en el buzón. Antes ordenó los libros, aunque no era su costumbre, eliminó su cuenta de Facebook y sacó el chip del celular. Dejó una nota de despedida y, lejos de donde su familia pudiera encontrarlo, se pegó un tiro.
Durante los cuatro años que pasaron desde la muerte de Matías, Brenda y Alberto1 dedicaron mucho tiempo a revisar una y otra vez las señales que pudo haber dado su hijo. “M...
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