El golpe del 27 de junio de 1973 llegó luego de un proceso de medidas de seguridad que había comenzado el 13 de junio de 1968, en el que se reprimió y militarizó numerosos sindicatos y organizaciones estudiantiles, y se asesinó al primer estudiante de la larga lista de mártires: Líber Arce. No hay lugar a dudas de que los años de la dictadura y los previos, con la represión al movimiento popular, dieron como resultado una sistemática violación de los derechos humanos que dejó miles de personas presas, asesinadas, desaparecidas y otras que debieron partir rumbo al exilio. La memoria sobre la historia reciente debe concentrar un gran esfuerzo en estos hechos.
En esta columna quiero analizar otra visión, complementaria de estos terribles sucesos, referida a la pérdida de calidad de vida de los uruguayos, en particular de la clase trabajadora. Porque esto también es parte de la memoria colectiva del modelo neoliberal de acumulación capitalista que organizó la dictadura cívico-militar y que consolidó la democracia en los noventa.
La concentración de la riqueza. La continuidad de la acumulación de capital dependiente en Uruguay, luego del prolongado estancamiento de los sesenta, requería una rebaja sustantiva de los salarios reales. Para esto era necesario, dada la fortaleza de las organizaciones sindicales y el desarrollo político de las organizaciones populares, alterar las condiciones institucionales democráticas y generar una dictadura que, vía decreto, garantizara esa disminución salarial, y vía represión, la inactividad sindical y popular.1 A partir del 28 de junio de 1968, el gobierno decidió dejar de convocar los consejos de salarios. En otras palabras, el golpe de Estado se enmarca en el estancamiento de la economía uruguaya en los años sesenta y la dura congelación de salarios de 1968, acompañada de un giro autoritario.
Buena parte del período 1968-1973 se gobernó bajo el régimen de medidas prontas de seguridad. En 1971 asume el gobierno colorado de Juan María Bordaberry y decide reducir los salarios reales con un ajuste a la baja que provocó la pérdida de salario real más grande de la historia del país. El siguiente gráfico es claro sobre la permanente rebaja salarial.
La fijación de salarios sin negociación colectiva y con una dura represión sobre los sindicatos quedó en manos de los decretos del Poder Ejecutivo. Por ende, no hay mediatización de resultados: lo que sucedió es el resultado directo de lo que quiso el gobierno. Nuestra tesis va tomando cuerpo en la medida que hubo una decisión política de la dictadura de reducir los salarios para aumentar los ingresos del capital, concentrando ingresos y deteriorando el nivel de vida de la gente.2
¿Qué fue de ese dinero? Los años de dictadura hasta 1981 no fueron de estancamiento sino de crecimiento económico. La riqueza creció, la masa salarial se derrumbó, aumentó el plusvalor y se produjeron enormes masas de ganancia para el capital. El gobierno puso en práctica, como vimos, medidas para bajar salarios y tomó medidas para aumentar las ganancias del capital (véase tabla). Además, en noviembre de 1979 hubo una reforma tributaria en la que se generalizó el impuesto al valor agregado, se derogó el impuesto a las actividades financieras y el impuesto único a la actividad bancaria, que gravaban la actividad financiera, a lo que se sumó, en 1974, la eliminación del impuesto a la renta de las personas físicas. El siguiente gráfico muestra el crecimiento de la riqueza y la caída de los salarios, y, por ende, el aumento de la ganancia del capital.
El trabajo de Jorge Notaro3 muestra las transferencias de los trabajadores en ese período. La metodología aplicada es la siguiente: por un lado, se asume que se mantiene constante la participación de los salarios en el ingreso nacional, como sucedía al inicio del período; por otro, se compara en cada año cuánto serían los salarios con esa participación y cuánto fueron realmente a partir de la reducción.
Y el resultado es una transferencia del trabajo al capital de más de 5.000 millones de dólares en 1983; ese era aproximadamente el valor del Pbi al fin de la dictadura y esa era la magnitud de la deuda externa del país. Es decir, trabajadoras y trabajadores perdimos, durante el golpe de Estado, ingresos equivalentes a la deuda externa uruguaya.
Apoyos de esta política económica. El proceso de intervencionismo reestructurador (así lo llama Notaro) de los primeros años de la dictadura contó con una base social compuesta por muchos sectores empresariales que recibieron ingresos relevantes del proceso de concentración de la riqueza, a través de los diversos mecanismos descriptos en la citada tabla. La notable caída del salario real permitió distribuir riqueza en los sectores del agro, la industria y el comercio, y constituir una alianza socioeconómica que sustentó la estrategia económica de la dictadura.
Diversas declaraciones de gremiales empresariales de la época dan cuenta de este apoyo. Es claro que este no fue un proceso homogéneo en todo el sector empresarial ni en todas sus gremiales ni en todo momento. Pero tuvo su punto álgido en 1973, en 1974 con la asunción de Vegh Villegas como ministro de Economía y en 1978 cuando se liberalizaron los precios agropecuarios. Después de 1980 (tablita mediante) hay un viraje hacia la hegemonía del capital financiero y ello reduce su base social. Al decir de Notaro “el modelo pasó de tener un carácter antipopular a un carácter antinacional”.4
Al mismo tiempo, esta estrategia contó con un apoyo muy importante del Fmi en 1974 para superar el déficit comercial y la reducción de reservas provocada por la caída de precios de las exportaciones y el aumento del precio del petróleo.
¿Qué pasó después? Estas acciones de la dictadura deben verse como un profundo proceso concentrador de la riqueza en contra de la clase trabajadora. Los tres primeros años de recuperación de la democracia el salario real creció, dado que el primer gobierno democrático restituyó los consejos de salarios; luego permaneció casi estancado en los noventa y en la crisis volvió a caer prácticamente al nivel de 1984. Es decir, la década del 90 consolidó la caída del salario real gestada por las clases dominantes durante la dictadura. El gráfico siguiente lo demuestra.
REFLEXIONES FINALES. La caída del salario real era un factor cardinal del nuevo modelo de acumulación liberalizador, concentrador y excluyente, y la dictadura, su condición de viabilidad, pues las condiciones de la lucha de clases y la resistencia obrera no lo hubieran permitido en circunstancias democráticas. En las condiciones sociales y políticas de Uruguay, una estrategia tal iba a enfrentar una resistencia organizada y potente del movimiento obrero y las organizaciones políticas de la izquierda.
La dictadura forjó un mix entre un programa económico liberal y aperturista de profunda distribución regresiva del ingreso en beneficio de las élites económicas y en perjuicio de los trabajadores, con un programa político autoritario y represivo sobre las organizaciones sindicales y las políticas de la izquierda uruguaya, de manera de consolidar un modelo de acumulación del capital y de generación de plusvalor. Por ello, cuando la dictadura reprimió duramente a la izquierda, lo hizo consciente de que era la manera de consolidar este modelo de acumulación. La represión política, la concentración de la riqueza y la desestructuración social son parte de un mismo proyecto.
A pesar de haber transcurrido 45 años, no podemos olvidar estos hechos. Los procesos políticos, económicos y sociales similares que viven actualmente Argentina y Brasil, cuyos gobiernos encaminan un proceso de retorno a las recetas neoliberales, concentradoras y excluyentes, nos alertan y nos obligan a recordar ese pasado para evitar que no se repita jamás.
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Medidas para aumentar los ingresos
Concesión de reintegros (subsidios) a las exportaciones no tradicionales.
Aplicación de una política cambiaria de ajuste periódico con la inflación que aumentó el valor de las exportaciones.
Acuerdos comerciales con Argentina (Cause) y Brasil (Pec).
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Medidas tendientes a reducir costos (además de la brutal rebaja de salarios)
Implementación del régimen de admisión temporaria para la importación de insumos de productos de exportación.
Otorgamiento de financiamiento a tasas muy baratas.
Exoneraciones fiscales.
Reducción de los aportes patronales a la seguridad social.
Eliminación de recargos a la introducción de bienes de capital.
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- Para un análisis en profundidad y debates en torno a la construcción de esta tesis véase Astori, D, Tendencias recientes de la economía uruguaya, Montevideo, Fcu, 1983; Olesker, D, Crecimiento y Exclusión, Montevideo, Editorial Trilce, 2001; Notaro, J, Política económica en Uruguay 1968-1984, Montevideo, Editorial Banda Oriental, 1985.
- Para observar cómo se da el deterioro de vida de la clase trabajadora con este modelo véase Olesker, D, obra citada.
- Notaro, J, obra citada.
- Por mayor análisis de la base económica de la dictadura véase El negocio del terrorismo de estado (varios autores), Editorial Sudamericana, 2013, en especial el capítulo 4, escrito por Jorge Notaro.