Narra el hijo del torturador
Ante las primeras páginas de la reciente novela de Manuel Soriano, el lector conjetura que se encuentra frente a una ficción cuyo tema es la dictadura. Octavio, el narrador, mira dos fotos de su padre; una, de 1954, lo muestra cuando era un niño de sonrisa inocente, la otra, recortada de un diario de 1985, lo identifica como un “médico, militar y torturador” que sale custodiado por la puerta de un juzgado. Tiempo después Octavio lee en la prensa que su padre murió. Desde entonces, algunas noches, mira largamente esas dos fotos y piensa que “entre una y otra hay una historia para contar”. El lector afina su primera impresión: la novela será narrada por el hijo de un torturador
–quizá hasta rememore la anécdota recuperada por Sylvia Lago en Saltos mortales (...
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