Momentos históricos de la Copa del Mundo que demuestran que siempre nos robaron
Inglaterra y Alemania Federal empataban la final 2 a 2, hasta que un tal Geoffrey Hurst (el Totó Schillaci de 1966) sacó una media vuelta que pegó en el travesaño, picó en la línea, y volvió al campo de juego. La foto no nos deja mentir: ni los jugadores ingleses ni el público local piden gol alguno. Tampoco los alemanes protestarían gran cosa una vez sancionada la conquista: sabían que si estaban en la final era porque un árbitro inglés (un tal James Finney) los había favorecido ante Uruguay. Es que siempre nos robaron.
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