Era cualquier mañana de cualquier miércoles de noviembre de 1979. Por orden de altura, Magdalena (10),1 Pedrín (4) y Gabriel (6) esperaban para hacer la cola y desembocar juntos en el patio donde los aguardaban sus padres y su tío, respectivamente: todos ellos comunistas, formados, rapados y de mameluco, que esperaban ansiosos por verlos. Tres días más tarde, Victoria (3) y las hermanas Carmen (22), Ana (16) y Mariana (10) se prepararían para el domingo, el día en que se encontrarían con sus madres, Graciela y Alma –pertenecientes al Partido Comunista de Uruguay (PCU) y al Partido por la Victoria del Pueblo–, que en la cárcel vestían de gris y, en lugar de sus nombres, tenían un número estampado en la espalda y en el pecho.
Muchos fueron los niños que visitaron a sus familiares en el Estab...
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