Estar a merced de la sordera del poder es una pesadilla sin tiempo. Sea en la Alemania nazi, en la Argentina de Videla o en el presente de refugiados y desaparecidos. La soprano japonesa Eiko Senda hizo de la mujer de un perseguido político el papel más intenso de la temporada lírica. Entre la espada de la policía secreta y la pared de un consulado que tiene la llave que podría salvarle la vida.
Lo que sucederá en escena es una incógnita. Una ópera de 1950 cantada en inglés. Nada de siglo XIX. Nada del clásico entre la ópera italiana y la alemana. No se trata de Verdi versus Wagner. Ni siquiera de la lengua rusa terciando robusta y poderosa como una partitura de Chaikovski trepada sobre un texto de Pushkin. Es una música y un libreto firmados por un tal Menotti. Quizás frustrante como un r...
Artículo para suscriptores
Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social
Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.
¿Ya sos suscriptor? Logueate