El círculo aludido no es otro que “el de tiza caucasiano”, el cual citaba el alemán Bertolt Brecht (1898-1956) a través de un riquísimo texto, cuyo argumento, poblado por numerosos personajes, se apoyaba en significativas canciones que enriquecían el sentido de la propuesta en alto grado. En dicha obra y en otras, como La ópera de dos centavos, el dramaturgo supo demostrar cómo la música puede integrarse al teatro de índole social con una fuerza que las plateas de distintas partes del planeta, por lo general, no esperan encontrar en las canciones incluidas en una trama.
La riqueza de la historia original, los trazos firmes con que el autor diseña las siluetas involucradas y la contundencia de las letras de los temas musicales inspiran aquí y ahora a los integrantes del grupo Verdeteatro a emprender una labor que ellos llamaron “a tres voces”, es decir, las de Cecilia Argüello, Camila Carbajal y Marcelo Gonnet, únicos intérpretes en escena de una puesta colectiva que dirige Fabricio Galbarini, quien, no mucho tiempo atrás, llevó a cabo una atendible versión de la original Castigo del cielo, de Joaquín Dholdán. Apoyado en el presente trabajo por la contribución en las composiciones musicales que efectúan Carbajal, también asistente de dirección, Jacqueline Descoins y Arani Mora, y la dirección en dicha área de Marcelo Gonnet, Galbarino logra conducir un relato que el citado terceto de actores presenta a través de las canciones que entonan sin ninguna clase de acompañamiento. Argüello, Carbajal y Gonnet se desdoblan en varios de los distintos personajes concebidos por Brecht para referirse a un asunto que tiene lugar en tierras muy lejanas, abarca varios años de los acontecimientos que envuelve y demuestra, sin discusión alguna, que la justicia –aunque se relacione con los mismísimos derechos de la maternidad– puede abrirse camino de la manera más inesperada. La anécdota en cuestión resulta clara y harto efectiva. El equipo alcanza sus objetivos desplazándose por el espacio escénico con la soltura del caso, al tiempo que los tres, con sus muy bien entonadas voces, vuelcan con bienvenida entrega los contenidos de cada tema. La calidad de las interpretaciones afirma la progresión de un relato cuya moraleja luce diáfana para todos los asistentes al acogedor espacio de Durazno y Convención, que nunca deja de relacionarse con el mundo de la música.