La manifestación que en la noche del jueves 8 puso en marcha a un millón de personas en la Argentina respondió a las preguntas que la precedieron: ¿sería grande? ¿Sería en paz? ¿Sería un listado inútil como los de esos libros de quejas que nadie luego lee? ¿Una pesadilla de noche de verano? ¿Un amanecer político? ¿Saldrían de la nada recién nacidos dirigentes con soluciones nunca vistas? Fue grande, fue en paz.
Hubo graves apagones en la víspera: cientos de ascensores no ascendieron, miles de computadoras tragaron jornadas de trabajo, los subtes se detuvieron. Las heladeras derritieron pasteles en las panaderías y se pudrieron en todas partes muchas cosas. También el ánimo de las personas peregrinando hacia sus casas. Este gobierno desarrolla una relación pendular con la gente. Como l...
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