El director británico Christopher Nolan debe ser el único autor al que la industria le permite tanto. Es verdad que Hollywood tiene algún otro cineasta consentido: el canadiense Denis Villeneuve también cuenta hoy con presupuestos multimillonarios, pero tanto con Blade Runner como con Dune, sus últimas superproducciones, incurría en remakes y sagas fantásticas, es decir, terrenos de género bastante transitados y seguros. En cambio Nolan parece gozar de una atípica carta blanca, ya que es una completa extrañeza este blockbuster-biopic en la que el director –también como guionista y productor– se concentra en un científico y en su decisivo papel en la creación de la bomba atómica. Era, de hecho, casi impensable ver un cine mainstream con estas características, en el que los elementos de rigo...
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