Podríamos decir que el proyecto editorial recientemente presentado por el fotógrafo Diego Vidart (Grenoble, Francia, 1975) funciona como un simple pero atractivo giro expositivo al concepto del found footage, y sin embargo, rápidamente sentiríamos que estamos limitando las posibilidades interpretativas y hasta lúdicas de “Brlantida”.1 En un peculiar cruce entre un fotolibro y una “exposición para llevar”, este punto de partida de meridiana sencillez (darle luz a una selección de escaneos de diapositivas ajenas y familiares) abre la puerta a un juego interactivo de reflexiones sobre el azar, el olvido, la demora o la casi involuntaria permanencia, donde el requisito imprescindible para que empiece la partida es, al menos, un espectador atento.
Yo sé de una región cerril cuyos bibliotecarios...
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