Un trencito de juguete es una buena idea para que un niño se entretenga, y puede encontrarse en cualquier juguetería. Pero no es tan frecuente que un pequeño pueda jugar con trenes de verdad. A mediados del siglo pasado hubo una niña que se dio ese gusto durante varios años. «Mi infancia es una estación de trenes, en mitad del campo», escribiría años después, y describiría con lujo de detalles la operativa ferroviaria en la que participaba, los destinos y los boletos, los sonidos y los olores, y la idiosincrasia anglosajona que había forjado aquellos trenes. Y la idiosincrasia rural, paisana, de sus pasajeros. Todo visto desde los ojos fascinados de una niña llegada de la ciudad, que repartía su tiempo entre la estación y la amistad con los animales del campo circundante.
La niña era Cristina Peri Rossi y sus andanzas están plasmadas en las páginas autobiográficas de «La insumisa». La estación era la de Casupá, en el interior del departamento de Florida. El pueblo puede lucir orgulloso el mérito de haber impregnado de naturaleza –y de educación, tarea cara a la tía abuela de Peri Rossi, la maestra de la escuela– la sensibilidad de una escritora recientemente galardonada nada menos que con el Premio Cervantes. Es un lindo diferencial entre otros elementos menos auspiciosos que lo asemejan con el resto de los pueblos chicos del país (tiene 2.400 habitantes, según el censo de 2011), a saber, los corrillos y rumores, el poder de alguna familia mandamás e incluso las denuncias de intercambio de prebendas (canastas de materiales o alimentos) por votos en tiempos de elecciones.
Pero Casupá tiene otras particularidades, entre las cuales hay una que hoy se vuelve paradójica. El obelisco del pueblo fue donado por Alberto Gallinal Heber, impulsor del Movimiento para la Erradicación de la Vivienda Insalubre Rural (MEVIR) y exintendente de Florida. La ley de presupuesto de 1967, que creó el plan de vivienda, establece que en los inmuebles construidos en el marco de ese programa no se podrán constituir «derechos reales menores en favor de terceros, ni destinarlo(s) a otro fin que el previsto al realizarse la intervención, salvo autorización previa y expresa de MEVIR».
En efecto, el plan estuvo orientado desde un principio a habilitar el acceso a una vivienda digna a los pobladores del campo uruguayo que vivían en condiciones insalubres, azotados por la pobreza, las inclemencias del tiempo y enfermedades como el mal de Chagas, trasmitido por las vinchucas que se metían en los techos de paja de los rancheríos rurales. Pero en Casupá, desde hace años, funciona en MEVIR 4, en la casa número 24.464, un hogar de ancianos llamado Los Paraísos, que ofrece piezas a «precios accesibles». Según pudo averiguar Brecha, la mujer que regentea el emprendimiento ni siquiera habita la vivienda, y tiene por lo menos una empleada en el turno vespertino.
Antes de cortar abruptamente una conversación telefónica, la responsable de Los Paraísos dijo a este semanario que en el hogar «está todo legal» y tiene «el aval del Ministerio de Salud Pública [MSP], que hace una inspección una vez al año». También afirmó que «MEVIR sabe, porque nosotros le hicimos una carta comentando que se iba a abrir un hogar y dándole sus características», y agregó que el hogar está avalado por esa institución. Sin embargo, se negó a enviar documentación en la que conste la expresa autorización de MEVIR que exige la ley para otorgar excepciones a los fines habitacionales de las familias beneficiarias de las viviendas aduciendo que se trata de «trámites personales del hogar».
Pero desde el plan de vivienda rural dieron otra versión. Aunque la institución está cerrada debido a la licencia de la construcción, su equipo de comunicación aportó por escrito datos sobre el caso a Brecha: «Debido a información de índole social y de redes sociales, se formalizó un formulario de denuncia por presunto uso irregular de la vivienda, en la medida en que es un hogar de ancianos en el que, además, se generaría lucro, y que tendría morosidad». También explicó que en los contratos de acceso a las viviendas que MEVIR firma con los beneficiarios hay cláusulas de buen uso y obligaciones, una de las cuales es que «la vivienda sea de uso exclusivo para casa habitación familiar». El caso está en proceso judicial y se prevén inspecciones de MEVIR para comprobar el uso indebido, aunque también debe participar el MSP, dado que la casa está habitada por adultos mayores. Las mismas fuentes explicaron que como MEVIR no dispone de medios para controlar el destino de las más de 40 mil viviendas del plan, se pide que los vecinos hagan llegar las denuncias de posibles irregularidades.
LOS OLIVA
Quien no parece muy preocupado porque el uso de las viviendas de MEVIR se ajuste a los fines que marca la normativa es el alcalde de Casupá, Luis Oliva Monfort, que el pasado 19 de abril (Día de los Abuelos) estuvo de visita en Los Paraísos junto con concejales municipales, torta en mano. Oliva Monfort es hijo de Luis Oliva Castro, que fue alcalde durante los dos primeros períodos desde la creación del Municipio de Casupá. Oliva Castro (el padre) pertenecía al sector Vamos Uruguay, de Pedro Bordaberry (Partido Colorado), pero luego hizo un acuerdo electoral con el exintendente blanco de Florida Carlos Enciso, y su hijo pasó a ocupar su lugar como alcalde, tras los comicios municipales, desde las filas del Partido Nacional (PN).
Las últimas elecciones estuvieron picadas en el municipio casupense. El día del acto electoral, delegados de mesa de todos los partidos remitieron una denuncia –a la que accedió Brecha– ante la Oficina Electoral de Florida «para comunicar maniobras fraudulentas del alcalde de Casupá», Luis Oliva Castro. La denuncia cuenta que en el circuito del liceo de Casupá Oliva Castro «se presentó de forma prepotente mientras una votante aguardaba su turno para sufragar» y le entregó las listas que encabezaba su hijo. «Al verse denunciado por los delegados ante miembros de la Corte Electoral, retiró a la votante involucrada, impidiéndole sufragar. Minutos más tarde, la […] votante regresó al circuito […], acompañada por el delegado Claudio Cáceres, quien ingresó con ella al cuarto secreto», narra la denuncia. Entre los firmantes del documento hay delegados del PN que integraron una lista alternativa formada por comerciantes locales y que, según contaron al semanario, debieron recurrir a la intervención del presidente Luis Lacalle Pou –mediante un intermediario– para poder presentar su lista, lo que les venía siendo impedido por «los Oliva».
Al otro día, Cáceres hizo un descargo en su cuenta de Facebook en el que afirmó ser el «abogado patrocinante» de la votante aludida, a quien asiste en la búsqueda de obtener una pensión por invalidez. «Los problemas de salud de la señora le generan dificultades motrices de relevancia en sus manos, en su caminar y en su coordinación de movimientos en general (es tratada con siete medicamentos psiquiátricos)», escribió Cáceres. Según su descargo, la votante le «solicitó ingresar con ella al cuarto secreto para ayudarla, debido a las mencionadas dificultades y a que ha desarrollado con mi persona un vínculo de confianza personal (requisitos que –conforme a la normativa vigente– exige y constata la mesa receptora de votos previo a permitir mi ingreso)». El nacionalista contraatacó diciendo que la mención de su nombre «en el contexto tendencioso de esa denuncia» afectaba su honor.
Esta semana, Brecha intentó reiteradamente comunicarse con el actual alcalde de Casupá para consultarlo sobre la situación del residencial en MEVIR, pero este no respondió en su celular, en el número de línea del municipio (donde nadie atendió el teléfono) ni en el Abitab del pueblo, a cargo de su familia.