Una brillante sátira sobre el mundo del arte vehiculizada en un thriller de terror, que explora con ingenio e ironía los intersticios más nauseabundos del sistema. Que el del arte contemporáneo es un universo lleno de complejidades y desconcierto, lo es al menos desde la provocación de Duchamp con su célebre urinario. En nuestros días, la divisoria entre arte y simple ocurrencia resulta a veces ardua, y no han faltado voces, como la de la crítica Avelina Lésper, que califican todo el asunto de auténtico fraude. Las cifras millonarias que en torno a ese universo se manejan, y la incidencia que esa variable tiene en el entramado de actores que participan en el proceso hasta llegar al receptor (artista, curadores, galeristas, museos, críticos), alimentan esa complejidad o, lisa y llanamente, ...
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