Desde el 6 hasta el 22 de setiembre se presentará en Montevideo el primer festival de la Red de Artes Vivas (Rav). Durante 16 días, en la Ciudad Vieja podrán disfrutarse varias actividades vinculadas al teatro: espectáculos, instancias de foro, mesas de debate, residencias de dramaturgia y talleres.
La Rav surgió a finales de 2018, cuando un grupo de artistas vinculados a las artes escénicas empezaron a organizarse para resolver ciertas inquietudes que obstaculizan el desarrollo de sus prácticas. Gracias a estos encuentros, definieron algunas necesidades que tenían y las plantearon como objetivos generales de la Red: “Visibilización, colectivización, profesionalización como lugar justo y potenciación de artistas independientes que no se encuentran bajo el foro de una institución”.1 Para lograr estos objetivos, se propusieron llevar adelante una batería de actividades y acciones vinculadas a la difusión de sus espectáculos y al intercambio solidario de materiales. El festival es una de esas actividades y engloba varios de los cometidos de la Rav. Según plantean en el dossier: “(El festival) sale de una conclusión a la que hemos llegado tras varias horas de debate: la mejor forma de darnos a conocer, es mostrando lo que hacemos”.2
La cuantiosa cartelera teatral montevideana, la programación de las salas –muchas veces sin denominadores comunes estéticos (ni de ningún tipo)–, la magra difusión y la producción crítica sobre el teatro hacen que sea complejo para los espectadores correr riesgos a la hora de elegir una obra y animarse con artistas o espacios no reconocidos, que no cuentan con los recursos suficientes para destinar a la publicidad. El efecto negativo, para los artistas, no sólo tiene que ver con lo económico, sino también con sus prácticas, sus propias posibilidades de correr riesgos y trabajar por fuera de lo conocido. Además, los distintos creadores muchas veces quedan aislados con sus producciones.
En este sentido, uno de los leitmotivs de la Rav es “concentrar lo disperso”1 y enfrentar las problemáticas señaladas en colectivo, buscando un encuentro entre creadores y con el público. Así, el festival es su primera actividad pública y brinda la oportunidad de conocer otro teatro: el que proponen las nuevas generaciones de artistas. También es una chance para el intercambio, la discusión y el disfrute del teatro montevideano actual; una oportunidad para correr riesgos y llevarse de regalo experiencias transformadoras.
Las entradas de los espectáculos se venden en las boleterías de cada sala, dos horas antes de cada función; las actividades y los talleres son gratuitos. También hay un abono por el cual se pueden ver cinco espectáculos al precio de cuatro. La programación está en las redes; se accede a ella buscando “RedArtesVivasUruguay” en Facebook o Instagram, o solicitándola a través de redeartesvivas@gmail.com.
1. Extraído del dossier de prensa del festival de la Red de Artes Vivas 2019.
2. Idem.