Para el breve rato de alegría que duraba el encuentro, debían tolerar antes demasiados maltratos. Esa combinación de recuerdos convive con ellos hasta el presente. El Estado ha desoído las recomendaciones de la Institución Nacional de Derechos Humanos al no reconocerlos como víctimas directas ni presentar las disculpas correspondientes. Muchos de ellos descreen de esa iniciativa, otros la persiguen como un gesto de justicia.
Era cualquier mañana de cualquier miércoles de noviembre de 1979. Por orden de altura, Magdalena (10),1 Pedrín (4) y Gabriel (6) esperaban para hacer la cola y desembocar juntos en el patio donde los aguardaban sus padres y su tío, respectivamente: todos ellos comunistas, formados, rapados y de mameluco, que esperaban ansiosos por verlos. Tres días más tarde,...
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