La razón no podía ser más peregrina: la capital cubana se preparaba para recibir al primer presidente estadounidense que la visita en casi noventa años, y a algún sesudo funcionario se le ocurrió la idea de acabar con cuanto animal vagabundea por la ciudad.
Como era de esperar, la decisión ha motivado numerosas críticas y hasta algún que otro artículo de la prensa alternativa, pero continuó su marcha hacia el que ya unos cuantos denominan como el “Día B”. Por cambiar, La Habana la ha emprendido hasta con su añejo parque de béisbol, que en octubre próximo cumplirá 70 años y vivió jornadas frenéticas para ponerlo a punto para el juego entre el equipo nacional y una selección de grandes ligas. Para mayor dramatismo, la primera pelota sería lanzada por el propio Obama.
En Cuba, Obama planeaba ...
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