Golpeados, desnudados y empujados a hacer lagartijas en el patio bajo la lluvia. Atados de pies y manos en cuclillas durante horas. De plantón, acalambrados, de cabeza en el balde con agua. Entre la medicación psiquiátrica, los palazos, el retaceo de la comida y el insomnio sobre el colchón mojado, varios adolescentes se hicieron en el odio y en la rabia. En el hogar Ser de la Colonia Berro, entre los años 2013 y 2014, se practicaron torturas sistemáticas, amparadas y organizadas por distintos niveles de la jerarquía política, estatal y sindical. La rosca cayó finalmente a golpes de testimonios, sumarios y desfiles por los juzgados. En el gigantesco expediente de la sede penal de Pando se ataron los cabos sueltos de las pruebas, a partir de las denuncias de familiares, trabajadores y las p...
Artículo para suscriptores
Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social
Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.
¿Ya sos suscriptor? Logueate