En julio un paciente murió en un incendio en el sanatorio Etchepare. Tenía las manos atadas a la cama y no logró escapar del fuego. La reacción del personal fue tardía porque no había detectores de incendio en los cuartos, nadie monitoreaba las cámaras de seguridad y, según la familia, no había extinguidores en los corredores. También se cuestiona que el paciente estuviera atado, una práctica que debería ser excepcional, pero que es frecuente en las instituciones psiquiátricas. En 2006 otro interno murió en el mismo sanatorio en una situación similar.
El viernes 13 de julio Marcos Soto tomó la decisión. Sabía que de ello también dependía conservar su trabajo, ese que desde hacía cuatro años tenía en la fábrica Puritas. Sus compañeros y su jefe lo alentaron; la familia lo apoyó como venía h...
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