Retablos de estación - Semanario Brecha

Retablos de estación

Foto: Nico Barreiro

Ayer, en el Auditorio Carlos Vaz Ferreira, comenzó Otoñal de Títeres, con cinco compañías al frente de una varieté de títeres para adultos. Organizado por La Ovidio Titers Band, Títeres del Timbó y Aquinomás, en coproducción con el Sodre, el fin de semana se presentarán tres obras a precios económicos. Con diez años titireteando en Aquinomás, Tamara Couto reflexiona sobre su práctica y nos invita a pensar y celebrar su universo.

—¿Cómo surgió Otoñal de Títeres?

—Estando en el festival Títeres a toda Costa, que organizan los compañeros de Títeres del Timbó y que se hace todos los veranos en la Ciudad de la Costa. A fines del año pasado, la mayoría de los grupos que integrábamos la Asociación de Titiriteros del Uruguay (Atu) renunciamos a ella, entonces empezamos a pensar formas de vincularnos entre nosotros que tuvieran que ver con compartir, con lo artístico y con agradecer. De ahí vino la idea de organizar un minievento, dentro de las posibilidades que teníamos, en el que pudiera haber títeres bien diferentes.

—¿Por qué renunciaron?

—No me quiero meter mucho en eso, pero hubo diferencias muy grandes con algunos compañeros y, cuando la discusión tomó carriles difíciles de transitar, decidimos renunciar.

—¿Renunciaron todos los que forman parte de Otoñal de Títeres?

—El armado de Otoñal, si bien es una consecuencia de un estado general compartido por todos, no tiene que ver con la asociación. Quedó todo muy fraccionado, pero hay gente que nunca formó parte de la Atu, sobre todo en la varieté.

—Quienes realizan Otoñal comparten visiones, formas de hacer y pensar.

—Sí, todos tenemos un fuerte interés en los títeres populares, en trabajar en ese entorno. Además, tenemos una buena relación, amistosa, y todos sentíamos que teníamos que poder organizar algo colectivo. Porque, si bien acá hay festivales de títeres, en general, con algunas excepciones, siempre están organizados por compañías individuales, en aquello de la eterna supervivencia de todos los titiriteros, que tenemos que remar bastante para sobrevivir. Pero también queremos intercambiar formas y estéticas, vernos unos a otros, compartir con alegría. Y dar a conocer el arte de los títeres, el de los títeres para adultos, que es una cosa que, si bien los Ovidio (Titers Band) han hecho muchísimo y mi grupo (Aquinomás) también, no terminamos de generar un público para eso.

—¿Qué características distintas podrías mencionar de cada grupo?

—Está Cachiporras, por ejemplo, que hace un espectáculo que se llama Sopa, para mayores de diez años –lo consideramos para adultos–. Después está Títeres del Timbó, un grupo joven –debe de hacer siete u ocho años que están juntos– que tiene un trabajo bastante relacionado con los títeres populares y la naturaleza. Después, la Ovidio tiene mucho punch. Es una compañía histórica, que hizo muchísimo teatro de títeres para niños y tiene este espectáculo, que es casi enteramente con luz negra; tiene mucho humor y una estética muy cuidada. Y Títeres Cachiporras, que son los títeres más emblemáticos que hay en Uruguay. Tienen un transcurrir histórico y una calidad técnica impresionantes, una ternura y una simpleza en su forma de trabajar que los vuelven maestros para todos nosotros. Peraza es un referente en los títeres, más que en Uruguay, te diría que en el mundo.

—¿Qué dificultades tienen al desarrollar lo que hacen?

—Si bien hay algunos espacios de aprendizaje, no tenemos escuela de títeres ni espacios de formación para titiriteros o para gente que quiera dedicarse profesionalmente. Esa cosa de estar un poco separados del teatro, cuando nosotros hacemos teatro de títeres, no nos ayuda mucho. Conseguir espacios para formarnos es una preocupación que tenemos todos, porque somos autodidactas, y algunos hemos tenido la suerte de estudiar en otras partes del mundo. Lo que sí hay es muchos talleres, sobre todo a cargo de Ovidio Fernández, que son el semillero de mucha gente que está trabajando. Se van despertando curiosidades, pero no tenemos un espacio formativo serio. Hay una frase de Ovidio (Fernández), que no me la acuerdo ahora, que dice algo así como que somos gloriosamente marginales, porque de los titiriteros no se habla. Hay gente vinculada a la cultura que debe de saber quién es Javier Peraza, pero también debe de haber mucha gente que lo vio alguna vez, pero no sabe quién es. Y, en realidad, es un artista mundialmente conocido; debe de ser de los mejores guantistas que hay en el mundo, y cuando digo eso no estoy exagerando.

—¿Qué significado tiene para vos el títere popular?

—Por definición, el títere popular es el títere de guante, y refiere a lo más esencial. Después, con el tiempo, se van sumando caminos, pero con el guante es como ir a la raíz, es el trabajo directo, honesto, que busca no rebuscarse, no ser pretencioso. Tiene la característica de tocarle el corazón a cualquiera, además de que está en todas partes, mucho más que lo que uno imagina: en las escuelas, en las casas, en los cumpleaños, en los eventos.

—Menos es más.

—Sí, es la esencia. Naturalmente, el títere es un símbolo, una metáfora, pero, además, tiene la capacidad de hacer cosas que ninguno de nosotros puede hacer, ¿no? Puede volar, puede hacer todo lo absurdo que vos quieras, porque, en definitiva, es un objeto.

—¿Por qué creés que se suele asociar los títeres a lo infantil y por qué es difícil generar un público para adultos? —Y, bueno, los niños son los que tienen la mayor capacidad de dejarse ir: no están cuestionando si hay una persona manejando, si hay dos, cómo se hace; ellos juegan y se entregan a lo que está pasando. Los niños hacen títeres desde muy chiquitos. Tengo un hijo de 2 años que cualquier cosa que agarra la anima. Es el despojo de toda clase de prejuicios, porque los niños entran en el código. Los adultos ponen una barrera, y el dejarse ir, el creer, es una cosa que los interpela bastante. Entonces les resulta muy díficil probar, animarse a ir a ver por primera vez un espectáculo. Pareciera que creer en una ilusión es una cosa que no está de moda.Y no es que los títeres para adultos sean muy diferentes a los títeres para niños, es que hay que entregarse a la historia sin juzgar, sin preocuparse y permitiéndose creer un ratito.

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