El eslogan de la convención –como todo lo que suele salir de la mente inquieta de Marco Caltieri1– tiene dos lecturas. Una, la políticamente correcta, apunta a que “raro” es un concepto relativo y que depende del lugar desde donde se mire. Todos somos raros para alguien, lo que equivale a decir que ser raro es ser normal. La segunda lectura, menos correcta, podría reducirse a la máxima de Charly García “el más cuerdo es el más delirante”. La aceptación social no es garantía de sanidad, más bien todo lo contrario. Si, como dice Discé-
polo, el mundo fue y será una porquería… ¿qué mejor que ser un outsider?
CIRCUITOS. Como sucede en todos los eventos de este tipo, hay que elegir. Con sufrimiento, es verdad. Y en el caso de esta edición, con el sufrimiento extra de que hay dos sedes, que, aun...
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