Fui amiga del árbol, pero hay que tomar distancia para verlo en el bosque. En su centenario, descubro la afinidad genuina que hubo entre Hugo Alfaro y el tiempo esperanzado y difícil que se llamó “la apertura democrática” en Uruguay.
“Cuando se es periodista se lo es siempre”, creía Alfaro, y parece que así fue para él. Escribir sus crónicas era un modo de estar en el mundo y de compartirlo. Cuando no tuvo dónde publicar porque clausuraron Marcha y la dictadura no dejó resquicio ni para la prensa ni para la libertad, cuando se tuvo que poner a vender libros porque también lo dejaron sin su empleo, escribió igual. Supo, antes de que lo formularan los teóricos del lenguaje, que escribir es tanto comunicarse con los otros como conversar consigo mismo. Escribió para sí y para los cajones y par...
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