El 9 de marzo, al ministro de Salud chileno, Enrique Paris, se le infló el pecho tras presentar el gráfico del programa Our World in Data, de la Universidad de Oxford: dicho informe distinguió ese día a Chile como el país que vacuna más rápido contra el covid-19 en el mundo. Con un promedio de 1,08 dosis diarias por cada 100 habitantes en las últimas siete jornadas, el país andino volvió a ser aclamado por su plan de vacunación. «Esto no es producto sólo de un gobierno: es producto del esfuerzo que ha hecho el sistema sanitario público de Chile durante tantos años, desde la década del 50, cuando se unió la opinión de [Eduardo] Cruz-Coke y [Salvador] Allende, y se formó el Sistema Nacional de Salud. Esa es nuestra fortaleza», dijo sobre este nuevo logro, en una inusual referencia al médico y expresidente socialista, situado en las antípodas de su pensamiento político.
Aprobado en 1952, el Servicio Nacional de Salud –impulsado, entre otros médicos y políticos, por Allende, quien fungió primero como ministro de Salubridad y por entonces como senador de la república– aglutinó todos los recintos sanitarios bajo una política nacional y planificada. Esto, sumado a la creación del Programa Nacional de Inmunizaciones, en 1978, dotó al país de una robusta infraestructura y de una cobertura de vacunación que se esparce por toda su intrincada geografía. Es un factor básico que, muy a pesar de la degradación de la salud pública acometida durante la dictadura de Augusto Pinochet, explica la eficiencia de la actual campaña chilena. Hasta el 9 de marzo, recibieron la vacuna 4.176.094 personas residentes en Chile (21 por ciento de la población total), de las cuales 772.389 completaron la segunda dosis requerida para la inmunización.
«La atención primaria en Chile ha tenido un desarrollo muy disciplinado y ya protocolizado para el sistema de vacunación. Se distribuye en todo el país, en zonas rurales y urbanas. Tenemos coberturas de vacunas para la infancia, contra la influenza, contra el papiloma virus, que son mayores a las de gran parte de los países de América Latina y el Caribe. Ha habido una sinergia con una buena gestión del gobierno, que se anticipó en asumir compromisos de compra de vacunas con laboratorios», plantea a Brecha Helia Molina, quien fue ministra de Salud durante el segundo gobierno de Michelle Bachelet.
LA IMPORTANCIA DEL COMITÉ ASESOR
Como señala Molina, la estrategia del gobierno de Sebastián Piñera consistió en negociar con antelación y en paralelo con varios laboratorios que se hallaban en pleno desarrollo de la vacuna, para evaluar varias opciones. El hombre ancla detrás de las tratativas fue el subsecretario de Relaciones Económicas Internacionales, Rodrigo Yáñez, a quien el mandatario chileno le encomendó la tarea.
El 8 de marzo, en tanto, aterrizó en Santiago el quinto cargamento del laboratorio chino Sinovac, con el que Chile contabiliza hasta ahora la no despreciable suma de 10 millones de dosis de esa vacuna. Aquí jugó un papel central la Universidad Católica de Chile, cuyo Instituto Milenio en Inmunología e Inmunoterapia abonó el terreno para que Sinovac hiciera ensayos de su vacuna en la fase clínica III en dicha casa de estudios. A cambio, la compañía farmacéutica china se comprometió a hacer llegar hasta 60 millones de dosis en un plazo de tres años (20 millones cada año). A esto se suma la entrega, hasta la fecha, de poco más de 734 mil dosis de la vacuna estadounidense-alemana Pfizer-Biontech, cuyo primer cargamento arribó a la capital chilena el 24 de diciembre de 2020. El gobierno se ha comprometido a importar un total de 35 millones de dosis de distintas procedencias para todo el 2021.
Con las actuales dosis disponibles, la meta de la campaña de vacunación del Ministerio de Salud es cubrir –idealmente a fines del primer semestre de este año– a 15 millones de personas, el equivalente al 80 por ciento de la población, para alcanzar la anhelada inmunidad de rebaño. Coordinado por el Programa Nacional de Inmunizaciones, en virtud de las recomendaciones del Comité Asesor en Vacunas y Estrategias de Inmunización (CAVEI), del Ministerio de Salud, el plan tiene carácter gratuito, voluntario y gradual.
También el CAVEI se encarga de sugerir el criterio de preferencia dentro del universo a vacunar. En este grupo prioritario se incluyó a los adultos mayores (que tienen mayor riesgo de enfermar gravemente), al personal de salud de unidades de cuidados intensivos con pacientes covid-19 y a los ciudadanos que cumplen funciones esenciales. Durante la semana del 3 de febrero de 2021, el calendario de vacunación masiva arrancó con las personas mayores de 85 años, los funcionarios de la salud, los estudiantes en práctica clínica, entre otros. Entre febrero y marzo el proceso continuó con otras poblaciones de riesgo y por edades en orden decreciente. Hasta el 9 del presente mes, casi 2,7 millones de personas mayores de 60 años han sido inoculadas.
«Nuestras recomendaciones de priorización, de partir por cierta población, han sido incorporadas por la autoridad nacional sanitaria. Nos gustaría que algunas poblaciones pudiesen ser reanalizadas. Pensamos que pronto podrán ser vacunados los grupos cerrados, como las cárceles», comenta a Brecha la infectóloga y presidenta del CAVEI, Jeannette Dabanch, quien aclara que el comité asesor no es vinculante: «No dependemos, ni somos miembros, ni trabajamos para el Ministerio de Salud». Añade: «Nuestra propuesta es vacunar sin restricción a inmigrantes en situación irregular». El miércoles 10 de febrero la cancillería chilena anunció que ni los turistas ni los inmigrantes irregulares podrían acceder a la inoculación contra el covid-19. Debido a las protestas de la academia y los sindicatos de la salud, dos días después el gobierno revirtió la medida y anunció que los inmigrantes sí serían vacunados, incluso aquellos que no cuenten con la visa de residencia.
Por otro lado, Dabanch celebra los avances del plan en tanto estrategia no supeditada a un gobierno de turno. Corresponde, más bien, dice ella, a un «mérito del Estado». Cita como ejemplo, en la misma línea que Molina, la herencia del Programa Nacional de Inmunizaciones, en otra referencia a la memoria sanitaria del país: «Es un elemento clave, porque el programa es universal y gratuito, y se aplica independientemente del seguro de salud, la condición y la ciudad donde se reside. Todos reciben una vacuna estandarizada, de alta calidad e igualitaria».
Similar percepción tiene el médico emergenciólogo de la Universidad de Chile y directivo nacional de la Sociedad Chilena de Medicina de Urgencia, Yuc Ramón Kong, para quien el «gran acierto» del gobierno es la consolidación de «un sistema unificado para atender a todos los chilenos, sin discriminar». Sin embargo, aclara Kong a este semanario, «el resto es usar una maquinaria que ya existe en Chile» y que refiere a una «cultura salubrista sobre cómo vacunar y hacerlo de forma expedita». «Todos los años hay campañas de vacunación en el invierno y programas continuos en distintas etapas de la vida. La gente cree en las vacunas, entiende que es una de las soluciones para superar la pandemia. Aquí no entran al debate los grupos antivacunas», agrega. Como ocurre en las campañas contra otras enfermedades, el plan de vacunación contra el covid-19 involucró la apertura de espacios adicionales a los Centros de Salud Familiar, tales como los estadios, los centros comunitarios y las juntas de vecinos.
INCONSISTENCIAS DEL GOBIERNO
Pese a los atributos de la campaña dirigida a los grupos más susceptibles de contraer la covid-19, Dabanch cree necesario que el Ministerio de Salud haga un seguimiento más exhaustivo con respecto a las dosis ya administradas. «Necesitamos ver el impacto. El ministerio está al debe de una vigilancia para probar la efectividad del plan en la reducción de la hospitalización, las muertes, etcétera. No olvidemos que recién llevamos 4 millones de dosis aplicadas, pero un número menor con dos dosis, así que hay que ser cautelosos con las cifras», sostiene la infectóloga del Hospital Clínico de la Universidad de Chile, quien, además, percibe una «relajación», una «falsa sensación de seguridad», transmitida a la población por el discurso oficial.
Dabanch lo dice porque los propios informes de la cartera de salud han reportado un alza sostenida de contagios en el país durante las últimas semanas, lo que llevó al gobierno a reanudar el confinamiento en varias ciudades. El 6 de marzo, de hecho, Chile superó por segundo día consecutivo los 5 mil nuevos casos diarios, ante lo que Paris pidió que no se señalara como la causa al permiso de vacaciones otorgado entre enero y marzo, que habilita a los ciudadanos, por una única vez, a salir de y a visitar comunas que se encuentren en la fase 2 –esto es, en la primera etapa de transición hacia una eventual apertura total de las actividades– pero mantengan cuarentenas parciales. «No le echemos la culpa al permiso», dijo Paris, quien atribuyó el alza de los brotes a las reuniones familiares y a un error comunicacional de su mismo gobierno.
En sintonía con Dabanch, Kong cree que aún es «muy temprano para ver los efectos positivos de la vacuna». Asegura: «El gobierno, en vez de apostar por la mesura en su mensaje, nos manda de nuevo a trabajar, a clases, a la calle, a abrir cines, gimnasios, casinos, con cifras que el año pasado nos tenían colapsados en términos de contagios. Cuando se pone la actividad económica por sobre la salud de las personas, el discurso se quiebra. Hay diferencias entre el Ministerio de Salud y el resto del gobierno, que coloca el foco en otra parte».
Kong también reprueba el caso de las 37 mil personas que se «saltaron la fila» para obtener la primera dosis pese a no estar en los grupos prioritarios y la solicitud de ciertos grupos de interés económico no sanitario –como el gremio camionero– de ser inmunizados tan pronto como fuese posible. Este hecho hizo que redoblaran las críticas sobre Piñera, cuyo gobierno ha sido responsabilizado, incluso hasta estos días, de graves violaciones de los derechos humanos desde el 18 de octubre de 2019: la fiscalía chilena tramita más de 20 querellas contra varias autoridades del país –incluido el propio mandatario–, acusadas de haber cometido crímenes de lesa humanidad.
A Dabanch le inquieta una «arista no cubierta» por la estrategia oficial: el impacto de las nuevas variantes de coronavirus que podrían evadir la respuesta inmune de las vacunas. «Este es un virus tremendamente impredecible y no podemos olvidar que la pandemia es un fenómeno global», asegura. Y, en tanto fenómeno global, elogia la donación del gobierno chileno de 40 mil vacunas de la compañía china Sinovac al personal sanitario de Ecuador y Paraguay, repartidas por igual entre ambas naciones: «Si es posible colaborar con algún país vecino, bienvenido. La pandemia es increíblemente móvil y no vamos a salir de esta si la abordamos por separado». Además, a fines de febrero las autoridades ayudaron a Uruguay en el transporte de sus primeras dosis de vacunas contra el coronavirus (véase «Claroscuros», Brecha, 26-II-21).
En el territorio, en tanto, el proceso ha sufrido algunos contratiempos. Al menos en el puerto de Valparaíso, el plan que abarca toda la superficie comunal a través de diferentes plataformas ha debido sortear la «insuficiencia de profesionales y técnicos para abordar la vacunación», dice a Brecha Alejandro Escobar, director del Área de Salud de la Corporación Municipal de Valparaíso. La autoridad comunal percibe una dificultad en abordar la brecha de acceso de adultos mayores, cuyo desplazamiento se torna complejo debido a la abrupta topografía de los cerros porteños: «Hay una tensión entre la cultura centralista y la realidad de cada territorio, más aún cuando las comunas viven cuarentenas diferenciadas y altos niveles de inequidad presupuestaria para abordar la pandemia».
Sin embargo, asegura Escobar, en Valparaíso se ha llevado a cabo una campaña «ordenada», debido a las mismas raíces históricas que destacan tanto Paris como los especialistas: el solvente sistema de atención primaria que se remonta a hace casi 70 años. Según el funcionario, los avances en la vacunación responden «al buen nivel de organización de la atención primaria de salud y a la experiencia local del Programa Nacional de Inmunizaciones. También ha sido posible gracias a la colaboración de toda la comunidad, las organizaciones territoriales y las instituciones».