Con Laura Citarella: Un cine vivo - Semanario Brecha
Con Laura Citarella

Un cine vivo

El 7 de diciembre se estrena en Cinemateca la película Trenque Lauquen, y del 8 al 10 habrá un foco en el cine de la directora y productora Laura Citarella, merecido destaque sobre una obra arriesgada y a contracorriente, nutrida de personajes femeninos que descubren y arrojan una mirada singular sobre mundos salvajes e intrigantes. En entrevista con Brecha, la cineasta se extendió en varias de sus particularidades.

A la compañía independiente El Pampero Cine se la ha comparado con una banda de punk: lo suyo es arrojarse a un cine regido por reglas autoimpuestas, sin adaptarse en formas, en estructuras narrativas, en espíritu, mucho menos en duración a lo que los sistemas de producción, distribución y difusión suelen exigir. Y pese a hacer películas autorales y a contracorriente, los festivales de cine y la cinefilia no han parado de obsequiarle ovaciones y galardones. La flor, dirigida por Mariano Llinás y de una duración de casi 14 horas, es considerada una de las películas más importantes del cine argentino de los últimos tiempos, y Trenque Lauquen, última obra de Citarella, de un poco más de cuatro horas, ha hecho un admirable recorrido este último año, obteniendo premios en Lisboa, Hainan y la International Cinephile Society, entre otros prestigiosos certámenes. Pero El Pampero tiene en su haber otros títulos que también marcan a fuego la historia del cine argentino reciente: Balnearios e Historias extraordinarias (Llinás), Ostende y La mujer de los perros (Citarella), El escarabajo de oro, La vendedora de fósforos y Por el dinero (Alejo Moguillansky).

Citarella es una de los cuatro socios que, en 2002, fundaron la productora (junto con Llinás, Moguillansky y Agustín Mendilaharzu), en tiempos en los que recién se comenzaba a hablar de «nuevo cine argentino». Desde entonces, trabajan y se apoyan entre sí como si se tratase de una cooperativa, desempeñándose en diferentes tareas dentro de la producción y la realización, y prescindiendo de apoyos estatales o subsidios extranjeros para la financiación de sus películas. Hoy Citarella alterna su trabajo en la productora con su tarea como docente en la Universidad Nacional de La Plata. «Soy parte de una cátedra que coordina el trabajo final de los alumnos. Es un taller de tesis centrado en la escritura de guiones, licenciamos a los alumnos con sus proyectos finales. Doy clases en un espacio público. Si bien estudié en la FUC [entidad privada], la adoro y me encanta, me pareció que dar clases allí sería repetir algo de cierta endogamia del mundo del que formo parte. Además, soy de La Plata y es una forma de mantener un vínculo con mi ciudad.»

Si bien hay elementos que se repiten en sus películas, en los últimos tiempos son el viaje hacia lo desconocido, así como las amplias panorámicas de paisajes agrestes, motivos que imprimen sus imágenes de una incomparable sensación de libertad, en los movimientos de una producción viva que palpita, respira y descubre el mundo junto a sus personajes. Esa actitud supone pensar la iniciativa cinematográfica como aventura y descubrimiento. En Trenque Lauquen, Citarella redobla varias de estas características, así como la curiosidad innata de sus personajes y su tendencia a percibir el mundo que les rodea como si se tratara de un misterio digno de escrutar y discernir. Tanto en Ostende como en Trenque Lauquen, la protagonista, interpretada por su actriz fetiche (y coguionista en Trenque Lauquen), Laura Paredes, sirve como vehículo para contagiar esta fascinación a la audiencia. «Encontré en la figura de la curiosidad la posibilidad de que un personaje todo lo mire y todo lo oiga, y que lo vaya transformando en relatos de ficción. Esta curiosidad es una herramienta cinematográfica que me facilita la construcción de universos ficcionales plurales, expansivos. El personaje de Laura tiene algo de detective, y ahí donde deposita su mirada encuentra un posible relato.» Al consultarle sobre la noción de suspensión temporal o de oasis en el que se encuentran sus protagonistas, señala: «Hay algo lindo en cómo mis personajes pierden el tiempo. No son productivos en términos capitalistas, su tiempo se nutre de la imaginación y del contacto con el mundo».

El cine de El Pampero se sirve de la libertad de filmar sin ataduras, pero también de muchos caprichos o de «fijaciones» por parte de sus autores. Respecto de esta cualidad, la directora señala: «El capricho en el cine a veces está mal visto, pero son los caprichos los que muchas veces me llevaron a lugares muy valiosos, y creo que hay que hacerles caso. Se instalan de manera contundente, y ese desconcierto de por qué esto está acá en este momento es lo que puede generar, también, una pequeña fascinación. Ahí aparece algo muy importante, el misterio, las cosas que no tienen explicación y que originan otro tipo de preguntas».

Citarella considera que existen ciertas tendencias comerciales que llevan a hacer peligrar las nociones de autoría y que empujan a una mayor convencionalización. «El cine en general corre ciertos riesgos, siento que es una disciplina frágil en muchos aspectos: se confunden las series con las películas, hay una estandarización de la manera de hacer cine en la que se van perdiendo la particularidad, la diversidad y la cosa artesanal, la cualidad de las cosas que se hacen con las manos. El Pampero Cine está colmada de películas que se hicieron con las manos: tenemos mucha conciencia acerca del lugar desde donde pensar las películas y desde donde posicionarlas políticamente. Creo que ese es el manifiesto Pampero, el lugar desde donde surge o desde donde late. Hay algo de lo particular y de las posibilidades del cine que se empieza a perder; incluso cineastas muy buenos y valorados se ponen al servicio de una corporación, filman para una plataforma y se adaptan a ciertos estándares que hay que cumplir. Otra tendencia tiene que ver con el mundo artístico: las películas van a labs y a clínicas de guion, los tutores son siempre los mismos, los trucos de guion son siempre los mismos. Las películas con ciertas características autorales empiezan a seguir una tendencia, empiezan a hacerse con cierto formato que les permite ingresar a los festivales. Ahí hay un maremoto de vicios que ponen en riesgo las formas de creatividad.»

En referencia a sus creaciones y sus propósitos, Laura destaca que su prioridad es trabajar para el cine. «No tengo un trabajo cinematográfico para con la realidad o para con lo social. Si mi cine tiene alguna relación con la realidad, las conclusiones en este sentido las extrae cada uno haciendo sus propias reflexiones. El Pampero Cine es un grupo de gente que trabaja prioritariamente para el cine, para seguir explorando, para seguir pensando y expandiendo formas, manteniendo el cine vivo.»

Artículos relacionados

Sin categoría Suscriptores
Cien años de la Metro-Goldwyn-Mayer

El eco de un rugido

Cine. Documental uruguayo: La huella de las palabras

Memoria entre las voces

Cultura Suscriptores
Con la cineasta y archivista uruguaya Lucía Malandro

Búsqueda de libertad

Cultura Suscriptores
La comida en el cine

Ese discreto encanto

Cultura Suscriptores
CINE. TIPOS DE GENTILEZA, DE YORGOS LANTHIMOS

Bondad lacerante