Dice que con este unipersonal se retira,1 y uno duda que el gurí de campito que nunca dejó de correrle por dentro acepte enfilar a vestuarios. A sus 81 años, el actor Julio Calcagno evoca una vida dedicada a un arte que lo salvó de perderse por las esquinas y le hizo lugar en su amada pantalla grande.
—Con más de cincuenta años de entrega a las tablas, estás en etapa de balances.
—Cincuenta y ocho años de profesión y 81 de vida, estoy en etapa de irme, el físico y la cabeza no son los mismos, y el teatro exige salud de atleta, además de memoria de elefante.
—Salud de atleta por aquella vieja máxima que dice que al teatro se falta sólo con certificado de defunción.
—Nunca creí en ese disparate, los actores somos de carne y hueso, si tengo fiebre y estoy afónico, ¿cómo carajo querés que actú...
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