Desde que Carlitos Núñez decidió que era un buen momento para patearle los genitales a un jugador tricolor, hemos venido escuchando diversas opiniones sobre esta nueva edición de las grescas clásicas. En un primer momento se alzaron voces de reprobación hacia estos malagradecidos que se agarran a las piñas cuando lo lógico sería que jugaran, corrieran y resistieran puteadas; y que quienes nos agarráramos a las piñas fuéramos nosotros, los hinchas, los que les pagamos el sueldo con nuestras entradas, nuestros recibos de socios y nuestras cuotas de televisión para abonados. Mas luego, cuando se supo que nueve futbolistas serían procesados, la gente cambió de bando y empezamos a escuchar que “acá pagan justos por pecadores”, “no son asesinos”, o “no les coarten el derecho a trabajar, por el a...
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