La tragedia venezolana se despliega en varios planos: uno es la lucha entre los dirigentes opositores por el liderazgo del movimiento que pretende derrocar al presidente Nicolás Maduro, otro, el flujo y reflujo de la marea terrorista que pretende instalar el caos y la desestabilización. Y un tercero es el avance sostenido de una estrategia que insiste en rescatar el control de ese inmenso pozo petrolífero que es Venezuela, caído en manos de lo que se conoce como el “chavismo”, ese fenómeno imperfecto, contradictorio, que no sólo enterró a las viejas oligarquías y sus “partidos políticos tradicionales” sino que, fundamentalmente, depositó en manos de los de abajo la oportunidad de edificar su propio futuro. La lucha intestina entre los “escuálidos”, como se llama a la oposición, reveló que...
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