La relación entre academia y política no es de las más fáciles. A los académicos nos gustaría que nos tuvieran más en cuenta. A los políticos y hacedores de política, que escribiéramos más claro, de forma más contundente, y sobre temas más relevantes. En nuestro medio este divorcio no es tan grande como en las universidades estadounidenses. Sin embargo, esa cercanía no está exenta de problemas de comunicación.
En el pasaje de las ideas académicas a las ideas políticas es preciso simplificar mensajes para llegar a audiencias más amplias, para hacer diagnósticos claros y para jugarse por soluciones. Esto, que es intrínseco a la traducción de lo técnico o académico a lo político, muchas veces ocurre con la intencionalidad de justificar académicamente una idea política preestablecida. La ...
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