Suárez fue un astuto arribista, un superviviente en aquel régimen horrendo donde tanta gente perdió la vida. Un pícaro en un país condenado a serlo de pícaros porque la España del altar, el trono y el dinero decidió amputar la II República, esa que ya hizo en los años treinta escuelas bilingües para el pueblo y empezó a reconocer que era una nación de naciones. Suárez fue viceministro general del Movimiento mientras asesinaban a los cinco de setiembre de 1975. No dimitió ni pidió disculpas. Bajo su presidencia fueron asesinadas más de 200 personas por la extrema derecha o por los cuerpos policiales. Que de pacífica no tuvo nada la Inmaculada Transición. Trajo con maneras de pícaro a Josep Tarradellas para evitar que la izquierda gobernara en Cataluña. Nos legó, pícaramente, esta España de...
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