A dos semanas del Mundial
En 2007 los brasileños celebraron extasiados la buena nueva. Los próximos anfitriones de la gran fiesta del fútbol mundial serían los dueños de la pelota, seguidos por un pueblo eufórico. Pero el tiempo pasó y la euforia se apagó. La prepotencia de la fifa ha quedado una vez más al descubierto, mientras el gobierno federal ha seguido sin chistar los mandatos de los verdaderos patrones de la fiesta. Los brasileños se sienten estafados y se rebelan frente al más blindado de todos los mundiales. Cuando se inventaron los límites de los países de esta región cada uno armó su propio combo de simbologías nacionalistas: un héroe libertador, una bandera, un himno y muchos óleos dieron consistencia fáctica a la ficción. En Brasil no. No hubo grandes batallas, ni libertado...
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