Uruguay 1 - Italia 0
El mozo traía por fin unas tapiocas de carne de sol y queijo, como aperitivo a un plato de picanha con arroz y ensaladas varias. Estábamos voraces. La descarga de energía había sido brutal. Habíamos partido hacia el Arena das Dunas como unas tres horas antes del comienzo de Uruguay-Italia. La temperatura ya pasaba los 30 grados. La zona de exclusión nos había obligado a caminar varios quilómetros hasta llegar al laberinto de vallas que oficiaba de preámbulo antes del estadio. Uno de los controles había dejado dañada para siempre una de las banderitas que llevábamos (de esas comunes y silvestres que se colocan en los vidrios de las ventanillas de los autos, pero que había viajado más de cinco mil quilómetros hasta una región nordestina donde la enseña de las nueve fran...
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