“Carta de una desconocida”
Aunque no siempre un sentimiento resulte correspondido, su fuerza puede a veces mantenerse más allá de cualquier conjetura. El austríaco Stefan Zweig supo referirse al tema con indescriptible percepción en un relato que además hacía saber al lector que el objeto de los sentimientos de quien escribía la carta del título ni siquiera conocía al firmante, detalle que el autor utilizaba con inesperada originalidad. Una refinadísima versión cinematográfica del también austríaco Max Ophüls que aquí se llamó Carta de una enamorada (1948) supo aprovechar el material que le brindaba su coterráneo con una inspiración que le permitía introducir algunos cambios que conducían a una doble conclusión cuya armonía probablemente el propio Zweig, fallecido seis años antes, hubiera...
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