En el mismo despacho en el que había sido notificado junto a Liber Seregni de su elección como intendente de Montevideo en 1989, Tabaré Vázquez vivió en la noche del pasado domingo su gran revancha política y personal. Desahogaba su emoción en los abrazos que se daba cada tanto con sus hijos, su esposa y el candidato a vice, Raúl Sendic. Ante sus colaboradores más cercanos, en cambio, se mostraba alegre, con una sonrisa que nadie le veía desde la campaña hacia las internas, pero nunca eufórico. “Tabaré estaba muy contento por el resultado. Nos pidió mesura, humildad y trabajar para noviembre”, le contó a Brecha uno de sus colaboradores, que tuvo acceso a la intimidad de esa sala donde no hubo brindis ni champagne. Apenas agua y unos pocos sándwiches. Obedientes, todos expresaban su alegría...
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