La menuda figura de Moyna Pramanik aparece corriendo entre los uniformes inmaculados de la escuela de secundaria de su pueblo, Jamalpur, a 250 quilómetros de Calcuta (India). Está contenta y exhausta. Encontró lo que a estas alturas no pensaba conseguir: un trabajo por 2.500 rupias al mes (unos 45 dólares), como cocinera en la propia escuela. “Luego de lo que me pasó, encontrar trabajo ha sido casi imposible”, comenta mientras señala diferentes partes de su cuerpo.
Moyna tiene 26 años y hace diez que su marido le arrojó ácido en la cara, desfigurándole el rostro, el cuello, y aniquilándole por completo su oído derecho. Durante el ataque, su suegra estaba presente y ayudó a su hijo, además, a rociar con querosene el cuerpo de su nuera, de 16 años. Las quemaduras alcanzaron su brazo, la piel...
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