Nunca fue el favorito de los puristas del blues, que siempre prefirieron a Howlin’ Wolf, Muddy Waters o John Lee Hooker –o a la tríada fundadora: Robert Johnson, Son House y Charlie Patton–, y no comulgaron con su propuesta, más cerca de las viejas big bands de jazz de los años veinte, que del sonido original del Delta. Pero nadie –ni siquiera esos mismos puristas–, discute que fue la figura más importante de la historia del blues. El responsable de llevar esa música nacida a principios del siglo XX en los campos de algodón del sur estadounidense a niveles de popularidad a los que nunca se había siquiera acercado y a los que jamás volvería.
Se llamaba Riley B King (en reiteradas ocasiones dijo no saber a qué nombre correspondía la letra B), pero el mundo lo conoció como BB King.
El hombre ...
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