Apenas saliendo del aeropuerto de Tuxla Gutiérrez, al ingresar en la autopista que conduce a San Cristóbal, las casetas de peaje muestran la nueva realidad mexicana posterior a la masacre de Ayotzinapa. Decenas de estudiantes de las escuelas normales (de formación de maestros rurales) del estado de Chiapas, algunos con los rostros cubiertos con pañuelos, tienen tomado el peaje y cobran la tarifa. Reparten volantes y explican brevemente las razones de su actitud; entre otras: que sus escuelas no reciben ningún apoyo del gobierno y que son ellos y sus familias los encargados de sostener una institución nacida con la revolución mexicana que el actual gobierno quiere desmontar. Lo mismo sucede en otros estados sureños, y en particular en la autopista Acapulco-México DF.
En las afueras de San C...
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