De cerca la llamaban Ducho, un apodo realmente diferente en estas tierras. Su poseedora, al contrario de tantos actores que prefieren hacerse conocer por nombres sencillos de recordar, había decidido no cambiar el otro, es decir, el suyo original. Y así fue. Tanto en Uruguay como en España, Venezuela, Cuba, Suecia y demás lugares que visitara dentro o fuera del exilio, la gente sabía que se llamaba Dahd Sfeir y que, antepasados libaneses a un lado, venía de este lado del Río de la Plata. Perteneció a la generación de China Zorrilla, Antonio “Taco” Larreta, las Estelas (Medina y Castro), Candeau, Guarnero, la Santullo, Schinca y Berto Fontana, la de los grandes talentos para el gran teatro. El de ella estaba acompañado por un poderoso temperamento que la voz recogía y aumentaba, al tiempo q...
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