Montevideo, 1985: en el hospital Pasteur muere una mujer de 70 años. Es una vagabunda, una loca que trasiega su delirio y sus bolsos llenos de diarios por la ciudad y hace de la puerta de la Biblioteca Nacional su precario refugio. Su nombre, casi olvidado, es Iris Cabezudo Spósito, y a la edad de 20 años sacudió a la opinión pública del Uruguay de la década del 30 al disparar cuatro tiros contra su padre en la puerta de la casa familiar. Fin y principio de una historia terrible, donde lo verdaderamente determinante (el padre intransigente y violento, la madre manipuladora y terrible, la telaraña que atrapa a los hijos) permanece durante años porfiadamente anclado entre veladuras de una recién estrenada intimidad vergonzante. Es precisamente en esta zona emocional e incierta donde Virginia...
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