La figura se muerde la cola. Si Joaquín “Chapo” Guzmán, autodesignado el mayor narcotraficante del mundo y de la historia, fue recapturado después de su última espectacular fuga a consecuencia de la entrevista que concedió a Sean Penn para la revista Rolling Stone, la ironía no ha podido ser más magnífica. Porque al capo del cártel de Sinaloa lo perdió la tentación de verse inmortalizado en una película, y esa ambición infantil acabó por volverlo a encerrar. La realidad, como tantas veces, ha escrito un guión con lustre griego.
Había ya, reconozcamos, en la vida del Chapo circunstancias aptas para justificar un thriller. Nació pobre y llegó a tener una fortuna que la revista Forbes calculó en 1.000 millones de dólares; los muertos que directa o indirectamente se le atribuyen suman más de 2...
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