Para indagar esos derroteros, que hablan de sus preocupaciones teóricas y de asuntos que le han obsedido a lo largo del tiempo, Block elige el trillo de una especulación zigzagueante y casi lúdica que la muestra como una lectora experta en engarzar las piezas de un envidiable universo de lecturas. Con pasión y rigor, organiza una compleja trama de intertextualidades, concibe filiaciones, diseña un corpus. Su propuesta sigue ocupándose de “una poética de la desaparición” formulada a partir de su crítica “de la representación verbal y visual”.1 En esa línea retoma ciertos mitos “que la actualidad pasa por alto”, leyendas “que ya no cuentan”, y de este modo reúne fragmentos “de una épica fundacional”. Desde la libertad del lector, que para interpretar elige y de la lectura pasa a la escritura...
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