Si el libro del que se hablará en clase le entusiasma sobremanera, Gustavo va a buscarlo, siempre usado, a la calle Tristán Narvaja. De otro modo, se conforma con perseguir la versión en Pdf para leer, incómodo, desde la PC, y si la suerte no acompaña, hace fotocopias del volumen que le presta la biblioteca de la facultad. Isabella cursa tercero en un liceo público del Interior, estudia en montoncitos de fotocopias que compra semanalmente en la cantina del liceo a 15 o 20 pesos. Su prima de Montevideo también estudia en montoncitos de fotocopias, pero un poco más gruesos, los que leyó para el último examen de la licenciatura costaron en suma casi 900 pesos, pero si hubiera pagado por todos los libros habría gastado seis veces más.
“Ir a la facultad no es gratis, necesitás pagar el vaquero,...
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