“No corro detrás de la pintura. Es ella la que me persigue.”
Hilda López,
carta al escultor
Jorge Oteiza. Abril de 1963.1
“Sólo veo ojos de bicho, Abuelo, y ojos de rinoceronte.”
Sylvia Lago.
Días dorados de la
señora Pieldediamante. 1965.
Hilda, sus precipicios. Manuel Espínola Gómez, en el prólogo a la biografía de Petrona Viera escrita por Raquel Pereda, se pregunta cuál habría sido el resultado si Paul Leduc, cineasta responsable, en 1983, de llevar a la pantalla, con un particular y poético registro, la vida de Frida Kalho, se propusiera trasladar al lenguaje cinematográfico el silencio y el color de la pintora uruguaya. Una revisión sumaria de la vida y de la trayectoria de Hilda López y sus particulares circunstancias tienta a proponer una similar sugestión, en particular cuando...
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